
Abren los ojos, y se dan cuenta que la vida fue mas rápido que su cuerpo.
Se levantan, y la noche sigue en su lugar.
Algunos apenas conservan las fuerzas para llevarse las manos a la cara y apretar sus ojos, para detener por un segundo su propia existencia. Algunos ni siquiera se enteraron que existen.
Ellos no pueden refugiarse en un en un mundo fantástico, por que cada mañana lo primero que se chocan es fría realidad de no pertenecer, y de no pertenencias.
No pueden visitar otras realidades, solo pueden desfigurar lo que les toca con drogas baratas que alteran sus deseos, y roban el frio y el hambre por varios minutos, o quizás jueguen a ser poderosos que pueden manipular un poco más que unas monedas al día. Al menos todavía pueden soñar.
En sus vidas no hay espacios para ciertas emociones. Corren fuerte para no llorar, y no pueden mirar para atrás, por que junto a las lagrimas ajenas podrían ahogarse.
Se marcan para decir “te amo”, por que no están acostumbrados a que algo les pertenezca para siempre. Ellos conservan el amor más puro, escupen sus deseos sexuales a quien los quiera recibir, abrazan al olvido, y viven una y otra vez ingenuamente situaciones a las cuales no pueden renunciar... Y repiten, y se repiten.
Se lastiman para que los golpes los fortalezcan, pero detrás de algunos rostros se encuentran los escudos más fuertes que hace varios años fueron forjados inútilmente por quienes los educaban.
También están los optimistas que a veces el arte les roba una sonrisa, pero cuando vuelven a bajar, se dan cuenta que tienen que tensar sus músculos nuevamente para poder sobrevivir, con la fría concepción de que un golpe es un castigo y el sexo es recompensa.
El pasado los asfixia, y el mundo les reservo el lugar perfecto para que sean observados como si nunca hubieran pertenecido, y cuando intentan integrarse, nosotros mismos, habitantes de un mundo ficticio, inevitablemente alteramos nuestros conceptos.
Todo el pozo lagrimas contaminadas, los rostros sucios de sangre, las manos resecas y llenas de historias miserables, son producto de esto que construimos día a día, o mejor dicho…destruimos.
Atenas
1 comentario:
QUE TRISTE REALIDAD Y TAN BIEN ENFOCADA POR DIOS!
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