miércoles, noviembre 25

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Se contuvo hasta romperse. Pocas veces había odiado tanto mirar al vacio y sentirse nadie.
Aún sentía ese olor inconfundible en su cama.
Cada tanto al mirar esos ojos grises, fantaseaba con el éxtasis de sus pupilas, trataba de recordar la brutalidad del sexo nocturno cuando todo estaba en silencio y su pelvis en bruto amortiguaba sus dolores del alma.
Pero esta vez escarbaba en su existencia alguna razón para seguir pintando el vidrio de sus ojos , y no la encontró.
No supo que hacer, se desesperó. Quería huir pero sus piernas no respondieron. Su cuerpo empezó a sudar y su rostro a emblanquecer. Sus fosas nasales se abrían y cerraban con furia. Ella dormía con su mueca de triunfo, y el se convertía en un cadáver a sus pies.
Sudando aún más, se sostuvo de la silla y empuñando odio y metal, se acerco a la cama transformando la pequeña sonrisa en un gesto inanimado.



Atenas

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