sábado, febrero 5

Intermitente

Sentó sus ojos en mí, marcando con fuerza que no se iría tan fácil.
Era claro, portador de unos ojos increíbles y una boca casi única.
Quise despegarlo de su piel, pero me invadió primero y me mostró quien mandaba esa noche.
Entonces me dejé llevar, me paseó por 7 abismos sin caer en ninguno, se creyó irresistible. 
En el séptimo beso ya me había dado cuenta que todo empezaba de nuevo en mi cabeza, su pelo, su espalda, su respiración... Era uno más:
Un clásico amante de la distancia, aviador de la existencia, el actor de mis deseos.
          -Al menos por un rato- 
Pasan los días, y sus brazos pesan, pero ya no los veo.
El infinito avanzó, y yo sigo acá, sin esperar, sin recordar,
 sin desear morder esa boca algunas noches más.

Atenas

No hay comentarios: